Yeux Magiques [Sybill]

- Me parece perfecto - murmuré sintiendo una tibieza repentina extenderse por mis mejillas.
Ya está, me había metido en ese lío. ¿Qué haría ahora? O mejor dicho, ¿qué haría mañana?
Suspiré y vigilé la calle, por la que aún no se veía mi autobús. Lo miré y le sonreí.
- ¿Es muy largo su libro?

- Hmm - lo miré desafiante y pensativa - Soy rápida leyendo - le sonreí con más naturalidad, porque ya me había relajado a su lado.
- Pero con usted haré una excepción - murmuré volviendo a ruborizarme.
No entendía qué me pasaba, yo no era así...

¿Habia escuchado bien? Sonrei ampliamente y me asome para ver si venia el autobus aunque no sabia cual tomaria ella.

-Gracias, ha alegrado mi tarde, se lo agradezco mucho-dije mirandola a los ojos y tomando su mano por puro instinto y besandola con delicadeza.

Pestañeé dis veces y me quedé helada sintiendo el tacto muy frío de su mano en la mía y luego el roce suave, demasiado suave, de sus labios en ella.
No oía nada, ni siquiera el latido de mi corazón. Parecía que hasta eso se había detenido.
¿Qué estaba pasando en verdad?
Lo miré a aquellos profundos ojos con sorpresa, timidez , turbación y complicidad, todo a la vez. ¿Quién era él que había venido a cambiar todo aquella tarde?
- Gracias a usted - respondí de corazón.

Habia dos cosas que queria hacer por seguro, seguir viendola, hablando con ella y por que no ser su amigo y la otra era abrazarla con fuerza, sentia que sus brazos podrian reconfortar años y años de trsite soledad.

-¿Que autobus espera?-

- ¿Eh? - murmuré desconcertada por que no había entendido lo que había dicho, distraída en observar desde su frente pálida hasta la línea suave de su mentón.
- Eh, sí... la azul, que lleva al centro de Brooklyn - repliqué algo azorada.

- Eh... - seguí con mis tartamudeos, hasta que respiré hondamente y suspiré intentando controlarme y poder contestarle con lucidez.
- Sí, es verdad, me da miedo, pero el lugar donde vivo es tranquilo. Nunca me ha ocurrido nada - lo miré algo turbada, apresurándome en seguir sin trabarme con las palabras.
- Pero si usted tiene el tiempo suficiente para malgastarlo conmigo... creo que... si quiere de veras... pues...- vacilé mirando el piso de nuevo.